21/8/15

El amor, de la pasión loca a las hormonas [21-8-15]


El amor, de la pasión loca a las hormonas

Según la ciencia, el deseo, el enamoramiento y la pareja estable son un festival hormonal: la testosterona despierta el deseo, la dopamina hace que veamos perfecto al ser amado, la oxitocina, que vivamos en pareja. Opiniones de la neurobiología y el psicoanálisis.

"¡Oh, si él me besara con besos de su boca! / Porque mejores son tus amores que el vino" dice el Cantar de los Cantares, el libro que en la Biblia se le atribuye a Salomón. De amores, justamente, es de lo que se está ocupando la ciencia en estos tiempos: parece que todo aquello de las almas gemelas, las medias naranjas y del hasta que la muerte nos separe es pura química.

Eso dicen los últimos estudios realizados por antropólogos, médicos, neurobiólogos, psicólogos y profesores universitarios del primer mundo. Por ejemplo, la antropóloga Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers, EE.UU.-, se basa en el estudio de imágenes cerebrales para definir el amor como un proceso de tres etapas. Primero, un impulso sexual indiscriminado; segundo, la atracción selectiva y en último término, el cariño, aquello que sostiene a las parejas más allá de la pasión. Y todo se relaciona con hormonas: la primera fase está regulada por la testosterona.

La segunda fase, el enamoramiento o amor romántico. Es esa etapa que los científicos describen como una deformación perceptiva por la que se agigantan las virtudes y se ignoran los defectos del otro. ¿Por qué sucede eso? Porque en ese momento hay un alto nivel de dopamina en los circuitos del placer del cerebro.

Ahora es el turno de la tercera etapa, el cariño, eso que en el mejor de los casos sucede después del año y medio que dura la pasión. Ahí entran a jugar la oxitocina y la vasopresina, otras dos hormonas que actúan sobre el circuito de la recompensa cerebral. La posibilidad de actuar de estas hormonas está regulada por un gen que, según se posea su versión estándar o una variante, la persona propenderá al matrimonio o a la soltería.

Pero esto no es todo: la infidelidad también tiene su causa hormonal. En el caso de los varones, cuanta más testosterona, más sexo. En el caso de las mujeres, la excusa es el estradiol. Las que tienen altos niveles de esta hormona son propensas a la infidelidad.

Y hay más: aquello de " billetera mata galán" pasó de refrán popular a tesis científica.

Académicos de la Universidad de Newcastle, en Gran Bretaña, estudiaron la información reunida en la encuesta de Salud y Vida Familiar realizada en China a cinco mil personas. Entre ellas, había 1.534 mujeres: 121 siempre tenían orgasmo; 762, de vez en cuando y 243 casi nunca o nunca.

Seg ún el doc tor Thoma s Pollet, uno de los líderes de la investigación, el dinero era uno de los factores más importantes para la felicidad de las mujeres: "Descubrimos que el mayor ingreso del hombre ejercía un efecto muy positivo sobre la frecuencia de los orgasmos femeninos", declaró el especialista. En síntesis, se trataría de "una adaptación evolutiva para diferenciar a los machos según su calidad".


OTRAS MIRADAS

Por su parte, el neurobiólogo Diego Golombek, investigador del Conicet y autor de "Sexo, Drogas y Biología (y un poco de Rock And Roll"), entre muchos otros libros, no coincide con el doctor Pollet: "El placer que acompaña al acto sexual, tanto en machos como en hembras, podría ser interpretado como un carácter que fue seleccionado favorablemente a lo largo de la evolución para favorecer la reproducción. Pero considerar al orgasmo femenino de otra manera, diferenciándolo tan tajantemente del masculino, me suena a trasfondo moral y hasta puritano", afirma.

L os estudios citados describen a la sexualidad como si siempre tuviera fines reproductivos. Al respecto, Golombek relativiza: "La fuerza impulsora del comportamiento animal es la continuidad de la especie, desde amebas a humanos. Pero los humanos incorporan la cultura, que inf luye notoriamente sobre la conducta sexual. Nuestro comportamiento es una combinación de mandatos biológicos y modulaciones culturales".

Otra mirada, insoslayable en estas tierras freudianas y lacanianas, es la psicoanalítica. El licenciado Hugo Litvinoff, analista de la Asociación Psicoanalítica Argentina, lleva la polémica más lejos que Golombek: "¿¡Qué tiene que ver la sexualidad con la reproducción?! Las bacterias, las plantas y todo el reino animal se reproduce sin que exista en ellos nada parecido al amor. El individuo en soledad se angustia y busca en otro la perfección".

"Con o sin amor", explica el psicoanalista, "la sexualidad es el medio privilegiado para obtener placer. Hay individuos cuya principal actividad sexual transcurre en sueño y otros que la subliman en actividades artísticas o científicas. La entrega genital no es un hecho mecánico sino una actividad plagada de fantasías conscientes e inconscientes de todo tipo. En ellas muy ocasionalmente participa el deseo de tener un hijo".

Respecto de las billeteras afrodisíacas, Litvinoff es concluyente: "Es frecuente que la mujer que se casa por interés desprecie al dueño del dinero y en la intimidad cierre los ojos y se imagine con otro".

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