25/9/15

La intimidad personal en la pareja [25-9-15]


La intimidad personal en la pareja 


Cada pareja es una triada: él, ella y nosotros.

Uno de los grandes mitos en torno al amor sostiene que en el amor verdadero todo se comparte. Él ha de contarle todo a ella, y ella ha de contarle todo a él. No debe haber secretos entre ellos, porque los ocultamientos o las verdades a medias tienen el desagradable aroma de la traición, la deslealtad o la culpa.

Claro está que no nos referimos a situaciones que en muchos casos no se comparten pero no habría problema en compartirlas, como el trabajo, las alegrías o los pesares. Nos referimos a aquello que es prácticamente imposible compartir por formar parte de la la más absoluta intimidad de cada uno.

Una cosa es la intimidad de la pareja, importante y deseable, y otra cosa la intimidad personal de cada uno de los cónyuges, a mi juicio igualmente importante y deseable o, cuanto menos, inevitable.

¿Hay algún secreto inconfesable que jamás contarías a tu pareja? ¿Hay algo que nunca quisieras que tu pareja te contase sobre ella? Si contestás afirmativamente, estarás reconociendo que además de la intimidad compartida hay una intimidad personal intocable, una infranqueable barrera que el otro no puede atravesar. Si contestás negativamente, es probable que estés conformando con el otro/a una pareja simbiótica donde los límites entre uno y otro están borrados, y donde el yo no existe: sólo el nosotros. Este tipo de relación idealizada llega a veces a ser tan asfixiante que la pareja decide juiciosamente una separación temporaria para experimentar la soledad con uno mismo y darse tiempo a pensar si uno es uno o es nosotros, o para intentar comprender aquella gran verdad según la cual toda pareja está compuesta por tres cosas: él, ella y el nosotros.

Tomemos cuatro ejemplos concretos.

1) El correo electrónico.- Hay parejas donde cada una tiene su propio correo electrónico y ni piensan en comunicarle las respectivas contraseñas al otro a pesar de haberse prometido en un rapto de pasión y romance compartirlo todo en esta vida. Conozco otras parejas con un único e-mail que ambos utilizan indistintamente. Otras emplean ambas alternativas: un correo para él, un correo para ella y un correo compartido. Y si le preguntamos porqué, quizás desconozcan algunas razones, pero otras sí. Por ejemplo, porque alguno no quiere dar a conocer algún amor escondido o, más sencillamente, porque la pareja no quiere que el otro/a, muy celoso, interprete equivocadamente un saludo del tipo "te mando un abrazo" proveniente de algún amigo/a sospechoso, y que esto se transforme otro motivo más de pelea estéril. También pueden alegar que ellos tienen ciertas intimidades con un amigo o familiar que no tienen interés en compartir con la pareja.

2) Las fantasías.- Se comparten fácilmente fantasías sobre viajes que realizarán, hijos que van a tener y demás proyectos de familia, pero muchas parejas no están dispuestas a revelar al otro que fantaseó con otra persona en la cama. Pocas parejas se atreven a preguntarle al otro ¿Qué preferís, estar conmigo pensando en otro o estar con otro pensando en mí? Estas cuestiones son delicadas porque dependen de cada persona, de su cultura y de su educación. Podría muy bien ocurrir que una pareja jamás revelara fantasías sexuales personales que orillasen la infidelidad y sin embargo llevarse bien, pero otras, en cambio, tienen el privilegio de darse libertad para contarse mutuamente esas fantasías sin que ello menoscabe el amor que se tienen, y inclusive de realizarlas incorporando a sus actividades sexuales a otras personas.

3) Las necesidades fisiológicas.- Las parejas comparten el ingreso de la comida, pero no todas comparten su egreso, y hasta cierran la puerta del baño con llave. Hay aquí un ejemplo de mantenimiento de intimidades personales que en nada llegan a afectar la felicidad de la pareja.

4) El momento de morir.- Creo que el momento de morir es un acto absolutamente personal porque no puede compartirse con nadie, incluso si los amantes deben morir juntos en un naufragio o en un suicidio concertado. En el momento de morir ocurre una despedida final, el último contacto compartido. Después de ello, él o ella cerrarán los ojos y a partir de allí estarán absolutamente solos enfrentados a su destino. Eso también forma parte de una intimidad personal totalmente intransferible. ¿O quizás no sea así, y uno pueda morir mirando la imagen de su amada y después... la nada? Lamentablemente no podemos preguntarle esto a los muertos.

En suma, las intimidades personales, lo que no se comparte, no necesariamente atentan contra la felicidad de la pareja, e incluso puede llegar a enriquecer la relación, todo lo cual es un gran tema para investigar.

Esta es mi opinión, pero nadie tiene toda la verdad, de manera que invito a todos a dar su parecer sobre esta cuestión que seguramente habrá de despertar encendidas polémicas. En el fondo, ellas nos ayudarán a entendernos a nosotros mismos, a nuestra pareja y a nuestra relación.

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